En muchas ocasiones hemos tenido una discución en donde tal parece que la otra persona tiene cabeza dura y no percibe lo que estamos diciendo y lo claro que es para nosotros nuestro argumento; si bien muchas veces nos respaldamos con la lógica, y olvidamos fundar nuestro argumento, o simplemente decimos que así es porque nosotros sabemos perfectamente de lo que estamos hablando. Desafortunadamente, el costo, en ocasiones, es la ruptura o perdida de esa relación, para salir avante con la razón.

Alguna vez te ha sucedido esto? O alguna vez no has podido expresar tu opinion porque simplemente la otra persona no te quiso escuchar?

Muchas veces nuestro Ego juega un papel muy importante de salir con la razón y no quedar expuesto a ser contrariado o simplemente de aceptar una opinion diferente a la nuestra, y la pregunta es ¿cómo me siento despues de defender “mi” razón, por encima de la incomodidad o la insatisfaccion del otro por no haber sido escuchado y entendido?.

En coaching cuando hablamos de que alguien tiene la “razón” se traduce a que ese alguien tiene una interpretación de “su” realidad; esa interpretación que tiene de las cosas o de las circunstancias, tienen detrás de él una historia, una vivencia, una experiencia e incluso una cultura de donde se ha criado para pensar así, trae consigo sus propios juicios y paradigmas, sus propios calificativos de lo que es bueno o malo, correcto e incorrecto, que no necesariamente tiene que coincidir con mi opinion, o como yo veo e interpreta la misma circunstancia.

Cuando yo me meto en mi trinchera de que yo tengo la razón, desacredito al otro y busco ganar para que el otro pierda. ¿cuántas veces en la vida hemos estado conscientes de cómo afectamos nuestras relaciones por sólo salir defensores de tener la razón? ¿a costa de la integridad de nuestros amigos? ¿a costa de la autoridad sobre nuestros hijos? ¿a costa de tener la ventaja, para luego sentir un gran vacio o culpa por la manera en que desacreditamos al otro?

 

En coaching, usamos el siguiente término: aceptar al otro como un legítimo otro. Ése quien trae distintas vivencias a las mías, que ve el mundo de otra manera, no hablo de si lo ve bien o mal, correcto o incorrecto según mi juicio; simplemente que lo ve de otra manera, desde otra perspectiva y que tiene interpretaciones distintas a las mías ya que tiene historias, narrativas y vivencias distintas a las mías. Sólo por ese hecho, es distinto a mi, y aceptarlo como distinto a mi, es reconocer que tiene interpretaciones distintas a las mías, que entiende diferente a mi. Aceptarlo, no significa estar de acuerdo con él, sólo significa reconocerlo con sus creencias, con su verdad; distinta a la mía.

Tener una profunda aceptación por los otros, aceptandolos como un legítimo otro, problemente traiga a nuestras vidas mejores relaciones. Relaciones que ya tenemos sean más duraderas y más unidas. Las virtudes de darle mas valor a las relaciones que a “tener la razón”, pueden traer y abrir posibilidades mas trascendentes en nuestras vidas.