Quien no recuerda aquel día cuando tuviste la entrevista de trabajo y te eligieron para ocupar el puesto. Llega el día en que te presentas, puntual, bien vestido y con las ganas y la ilusión de darlo todo para no defraudar la confianza que te brindaron, así que comienzas con el pie derecho. Trabajas duro para demostrar que eres capaz de desempeñar el puesto para el que te postulaste y no solo eso, también ayudar en otras actividades, pese a que no es tu área, demuestras una excelente actitud de trabajo en equipo.
Pasan los meses y continúas con esas ganas de seguir adelante, trabajando duro, sacando todos los pendientes y aunque puedes tener un pequeño tropiezo con un bajo rendimiento, te levantas y continúas. Sigue pasando el tiempo y empiezas a ver todo como una rutina sin fin, esa motivación que tenías en un principio empieza a desaparecer y ya no sabes si solo estás durando en el trabajo, en ocasiones llegas de mal humor y solo quieres que el día pase rápido. Pero cuidado, no eres el único que se da cuenta, tus jefes y compañeros empiezan a notar ciertos cambios en tu persona.
Esta frase: “Trabajando duro o durando el trabajo” la escuche por primera vez en una película infantil, o incluso puede ser que alguien más la haya dicho. En la película el personaje se infiltro en un negocio y para hacerse pasar empleado interactuó un poco con el personal del lugar. Al decir esta frase, uno de los empleados simplemente respondió.- “es igual”. Pese a ser una película infantil, no está muy lejos de la realidad hablando en el tema laboral.
Lejos de que en tu trabajo hagan cambios para beneficio de los empleados y así no pierdan esa motivación como puede ser un aumento a tu salario, otorgarte ciertas facilidades, y que estés lo mas cómodo posible para realizar tu trabajo, actividades de recreación y convivencia entre otras cosas. Ya ven que dicen que un empleado contento es más productivo.
A donde quiero llegar con esto, pese a que son situaciones que motivarían a cualquiera, la mayoría de las veces depende de la persona en sí. La motivación personal, los sueños y metas que quieras lograr harán que continúes con esa actitud con la que empezaste el primer día. Incluso con el simple hecho de haberte levantado con una sonrisa y la energía de comenzar el día porque decidiste que no puedes pasar la vida aburrido y amargado, es suficiente para no rendirte y llegar con buena disposición a tu trabajo. Todo es cuestión de iniciativa, muchas ganas y una excelente actitud. Y si para ello requieres un cambio parcial o total pues que así sea, siempre y cuando sea para tú bien. Recuerda:
“Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”- Confucio.
Y tú, de qué lado estas: ¿Trabajando duro o durando el trabajo?