Dado que la Inteligencia Espiritual ya ha sido reconocida como una más de las múltiples inteligencias, la Dra. Cindy Wigglesworth, reconocida psicóloga con más de 20 años de experiencia en el aérea de recursos humanos, se dio a la tarea de crear una herramienta de medición para evaluar el Índice de Coeficiente Espiritual. Esta prueba es conocida como la SQ21.
Tras varios años de investigación, la Dra. Wigglesworth concluyo que las personas con un alto índice de coeficiente espiritual desarrollan 21 aptitudes que para su estudio las distribuyo en cuatro cuadrantes.
1.- Conciencia del YO/yo.
En este cuadrante se encuentran las aptitudes que te permiten ser consciente de que interpretas el mundo desde tus propias experiencias (tu yo). Que estás condicionado en gran parte por tu historia personal, así como por características heredadas y la cultura en la que te has desarrollado. Es decir no vez el mundo como este es, si no como tú eres. En el nivel más elevado de estas aptitudes logras ser consciente de tu “YO” trascendental y diferenciarlo de tu “yo” (ego).
2.- Conciencia Universal.
En este cuadrante de la inteligencia espiritual, se incluyen las aptitudes que te permiten ver que, al igual que tú, todos están condicionados por su propio ego, pero que en esencia todos estamos unidos por el YO trascendental. Aptitudes como la empatía, compasión y dejar de juzgar están en este cuadrante.
3.- Dominio del Yo/yo.
En este nivel de aptitudes, las personas ceden el liderazgo de su vida a su verdadero SER (YO trascendental) y dejan al ego como un copiloto útil pero que no está al mando. Recordemos que las motivaciones del SER están fundamentadas en el amor y las del ego en el temor.
4.- Dominio Social/Presencia Espiritual.
Es la consecuencia de todas las aptitudes anteriores. Las personas son capaces de actuar con sabiduría y compasión, manteniendo la paz tanto interna como externa, sin importar las circunstancias.
Desde este ángulo, el desarrollo de la Inteligencia Espiritual parece algo complejo, pero lo realmente difícil es enfrentar la vida diaria llena de temores imaginarios, sin confiar en que el proceso de la vida siempre está a nuestro favor, aunque a veces, en el corto plazo, no lo parezca.