Hace unos días tuve mi clase semanal de Budismo; clase que considero muy desestresante con momentos preciados de reflexión y de meditación. Es como una recarga semanal como para darle frente al bombardeo de noticias que actualmente tenemos de violencia, corrupción, desequilibrio económico y abusos tanto a la humanidad como a nuestro indefenso planeta.
Curiosamente, hablaron de la autoestima, tema tan sonado en libros de autoayuda y cursos de mente positiva para poder lidiar con las diferentes situaciones a las que nos enfrentaremos día a día.
Siempre he leído y escuchado en distintos libros y conferencias la suma importancia que tiene la autoestima en nosotros mismos. Frases como “quierete a ti mismo” “en la medida que te ames a ti mismo, podrás amar a los demás”…. Nos enseñan que aceptarte y valorarte es la raíz de un camino a la felicidad y la plenitud. Sin embargo, muchos se concentran en la persona que somos por lo que hacemos y lo que tenemos: “valorarte porque estudiaste una carrera” “valorarte porque sabes una profesión” “valorarte porque lograste comprar una casa” “valorate porque tienes un empleo” “valorarte porque eres padre de familia”…etc.
Nos han enseñado a mirarnos por lo que hacemos y por lo que tenemos, sin embargo realmente ni somos lo que hacemos, ni somos lo que tenemos, entonces; ¿quiénes somos? ¿Cómo nos describimos? ¿Cómo nos presentamos?
En esta maravillosa plática budista de la autoestima, me permitieron descubrir que hemos dejado fuera la esencia de nuestro “Ser” a la hora de valorarnos, esencias olvidadas y que tal vez es la razón (me atrevería a juzgar), de que haya tanta pobreza, tanta enfermedad, tanta tristeza, tanta ira, tanta falta de respeto a otras personas, tanta corrupción y tanta violencia….
Estas esencias de las que hablo, son lo que en budismo le llaman “virtudes”, entre ellas podemos encontrar: la paciencia, la amabilidad, la contemplación, la compasión, el servir a otros, dedicar y hacer ofrendas a beneficio de una causa o de una situación, respetar, amar, perdonar, aceptar, agradecer, honrar y tantas virtudes mas que tenemos como seres humanos pero que no las valoramos ni las reconocemos ante los demás, no nos presentamos como una persona generosa, o como una persona paciente, y eso me lleva a pensar todavía mas allá, que tal vez no entendemos o no concebimos el verdadero significado de tener y reconocer estas “virtudes”.
Cuando nos hemos valorado por lo que hacemos y por lo que tenemos, hemos creado una diferencia y una división con los demás, pues: a) yo soy licenciado…, b)ah! Pues yo tengo maestría, a)y además yo tengo una empresa, b)ah!, pues yo tengo 3 empresas transnacionales… y así andamos por la vida y nuestras relaciones haciéndonos más que otros o sintiéndonos minimizándonos por pensar que somos y valemos por lo que hacemos y por lo que tenemos, cuando en realidad en cualquier momento dejaremos de hacer lo que hacemos y dejaremos de tener lo que tenemos y no por eso dejaremos de ser nostotros mismos. Entonces ¿quiénes somos sin lo que hacemos y sin lo que tenemos?, somos humanos, ni más ni menos que otro humano como yo. Recordemos a los grandes actores de la historia que han dejado su huella con su ejemplo de grandeza y virtudes: Nelson Mandela, Madre Teresa de Calcuta, Ghandi… a ninguno los recordamos por su profesión ni por sus posesiones; los recordamos por sus valores, principios y ejemplo que dieron a la humanidad.
Entonces, te dejo estas preguntas: ¿Quién estás siendo? ¿Qué sensación dejas a los demás cuando te vas? ¿Cuál es tu verdadero valor si dejas de ejercer tu profesión y no tengas lo que hoy tienes? ¿Qué tan orgulloso te sientes de la persona en la que hoy te has convertido?
“Cuando estás tranquilo siendo simplemente tu mismo y no te comparas ni compites, entonces todo el mundo te respetará” Lao Tse