Postergar, posponer, aplazar, atrasar, demorar, retardar, olvidar, etc., etc. Se lo que algunos pensarán; esto no es clase de ortografía para ver la gran variedad de sinónimos, pero no me equivocaré en que todos las conocemos y muy bien, demasiado bien diría yo, que incluso caemos con frecuencia en estas acciones.

Pongamos un ejemplo, algunos recordarán cuando nuestros padres nos daban una orden o una tarea en específico y nosotros contestábamos con un “ahorita”, habrá quien dirá que fue muy obediente y siempre hizo caso pero, ese “ahorita” se convertía en un “al rato”, en un “después”, “no urge”, “mañana lo termino” y así sucesivamente.

Pareciera que estábamos programados para responder con una sola palabra que nos respaldaba en el momento, pero después al preguntarnos si concluimos con nuestros deberes es cuando empezaban nuestros problemas. Fuimos creciendo y continuábamos con el mismo hábito de dejar para después los pendientes pasando por la adolescencia e incluso en una etapa adulta en donde las responsabilidades aumentan y por lo tanto habrá momentos en que tendremos que tomar decisiones importantes que si lo dejamos a la ligera no nos llevará a ningún lado.

Debemos tener en cuenta la importancia de no dejar pasar las cosas por muy simples que estas parezcan. Si algo tan sencillo no me llevará mas de unos minutos hacerlo, ¿Por qué dejarlo para después?… Creo una de la causas es lo que acabo de mencionar, el simple de hecho de no ser tan complicado, saber que no llevará mucho tiempo y cuando llega el momento puede no resultar como esperaba. Ahora imaginemos algo más complicado, nos llevaría a un nivel de estrés tan elevado que en ese momento juramos no volver a hacerlos y sin embargo tiempo después caemos en lo mismo.

Todo esto nos lleva a una sola cosa, la falta de organización e interés que tenemos hacia lo demás, que después puede ser perjudicial en nuestra vida cotidiana y laboral. Imaginemos como algo tan pequeño puede convertirse en un tornado de problemas que después no sabremos ni cómo resolver, como una especie de efecto mariposa.

Por ejemplo, supongamos que la batería de tu reloj despertador necesita cambiarse y crees que aguantará un poco más hasta que una mañana dejó de funcionar, te despiertas tarde y además tenías una cita con un cliente importante, no pudiste llegar, perdiste una gran oportunidad y si no fuera suficiente llegas a tu trabajo y aún tienes otros pendiente que dejaste pasar y no nos olvidemos de que tienes que explicar por qué perdiste a un posible cliente. O de aquel contribuyente que tiene que pagar impuestos y pospone dejando hasta el ultimo día de pago, pero resulta que no funcionan los bancos y los servicios por internet están fallando por lo que terminamos pagando recargos e incluso recibiendo notificaciones por no hacer las cosas en su debido tiempo.

Debemos aprender a ser ordenados y eficientes, teniendo en cuenta que lo que tú dejas de hacer puede afectar a otros. Todos los días tenemos que tomar decisiones, realizar acciones importantes y ya sea por miedo, por lo fácil que es o porque aún hay suficiente tiempo, sea cual sea el caso, no podemos permitirnos caer en la postergación porque esto solo traerá un mundo de problemas y complicaciones de las cuales podemos arrepentirnos mas adelante.

Dejemos a un lado las excusas, creyendo que las cosas se solucionarán por arte de magia o que estando bajo presión en el último día, en cuestión de horas o incluso en el último minuto se nos ocurrirá algo para terminar nuestros pendientes, sobre todo las situaciones difíciles (no imposibles) que requieren una mayor atención de nuestra parte.

Recuerden que no solo adquieres un compromiso con otras personas, también con uno mismo y de esa forma demostrar que se puede tener la suficiente confianza para adquirir mayores responsabilidades.

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Lic. Ciencias y Técnicas de la Comunicación con Profesional Asociado en Producción de Medios audiovisuales. Actualmente desempeñándose con éxito en González Ponce Consultores SC.